Ser realista o positivo, ¿qué es mejor?

Existe una confusión respecto a lo que significa pensar positivo. Muchos creen que es tener un pensamiento de “color rosa”, es decir, todo es bonito, todo es bello, nada va a salir mal, me voy a curar, etc. Nada más alejado de la realidad.

Este tipo de pensamiento es muy dañino para las personas, ya que, inconscientemente conlleva a negar la posibilidad de que pasen cosas malas en la vida, generando un choque de expectativas entre lo esperado y la realidad.

Por otro lado, ser realista se asocia con la cruda realidad, tendiendo a ver sólo lo negativo, lo dura y difícil que es la vida. Este extremo tampoco ayuda a mantener una buena adaptación de la persona a las situaciones conflictivas. 

Sin embargo, la definición de pensar positivo conlleva a una mezcla de los dos conceptos. El pensamiento más optimista es aquel que genera esperanza, pero que no deja de mantener los pies en la tierra. Por ejemplo, en el caso de una enfermedad, muchos creen que pensar positivamente es: “me voy a curar”, “estoy sano”. Esta información choca con lo que el organismo siente, generando así unos niveles inadecuados de estrés y de frustración. Pero qué pasa si el pensamiento fuera el siguiente: “no estoy bien, pero si sigo las recomendaciones del médico, puedo mejorar”. No se rechaza la realidad, pero se enfoca en lo que se puede hacer para curarse, reconociendo también la responsabilidad que se tiene en cuanto a la propia salud.

Es decir, aceptar la realidad resaltando, a la vez, nuestras capacidades para salir de esa situación, es lo que nos ayuda a mantener bajos los niveles de estrés y de ansiedad, fortaleciendo de manera muy significativa nuestra capacidad de resiliencia.

En conclusión, lo mejor es ser optimista sin dejar de ser realista. Y tú, ¿qué tan positivo eres en la adversidad? Si quieres cambiar tu forma de pensar, agenda tu cita ahora.

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