Pese a la promoción que actualmente se le da a la salud mental, todavía existen dudas e inseguridades que afectan a las personas en cuanto a tomar la decisión de recibir ayuda psicológica.
Esto se debe a creencias que se mantienen dentro de una sociedad que da prioridad al qué dirán, al qué pueden pensar los demás si saben que se asiste un proceso terapéutico. Entre las creencias más frecuentes se encuentran:
No estoy loco como para ir al psicólogo
Éste es el pensamiento que más daño hace a las personas al momento de considerar buscar una ayuda profesional y que aplaza la toma de dicha decisión, lo cual hace que la problemática, la sintomatología y la inestabilidad emocional sean más fuertes con el paso del tiempo, incrementando la probabilidad de desencadenar una situación o enfermedad más severa.
Es cierto que un psicólogo también ayuda a personas que tengan un diagnóstico específico relacionado con enfermedades mentales, pero eso no quiere decir que SOLO atienda a este tipo de población. La terapia psicológica ayuda a CUALQUIER persona que esté interesada en mejorar, encontrar herramientas, tener un proceso de autoconocimiento, que le ayude a enfrentarse a problemas o situaciones que no necesariamente estén relacionadas a una enfermedad.
No necesito ir al psicólogo porque estoy bien
Como en la creencia anterior, se asocia a la psicología con la presencia de una crisis o enfermedad. Aunque es cierto que, en general, la búsqueda de ayuda profesional parte de la experiencia de una crisis, no implica que se asista a psicología sólo en esos momentos.
Generalmente las personas tienden a negar o no sienten que necesitan ayuda solo porque piensan que están bien, que no es tan grave. Sin embargo, se debe tener muy en cuenta que, si la frecuencia de esas “pequeñas” crisis comienza a ser constante, es necesario iniciar un proceso terapéutico para evitar que la inestabilidad emocional sea más fuerte.
El fin de la terapia siempre será brindar al paciente herramientas para que pueda afrontar su vida de la mejor manera posible, descubrir sus fortalezas y trabajar en sus debilidades. Supone una mejor comprensión de sí mismo.
Siento vergüenza que la gente sepa que voy al psicólogo
El pensar que ir a psicología es una cosa de “locos” o de personas débiles, incrementa nuestro miedo a ser juzgados o que van a tener un mal concepto de nosotros.
En este sentido, hay que tener muy en cuenta que, lo que se busca al asistir a un proceso terapéutico, es lo mejor para cada uno, no para los demás. Incluso, cuando se alcancen los objetivos planteados, las personas que nos rodean entenderán que acudir a terapia no es nada extraño.
Ahora bien, si al principio no se siente cómodo contando que está asistiendo a psicología, no tiene por qué hacerlo.
No permitamos que estos pensamientos eviten que actuemos y que comencemos a recorrer el camino para alcanzar nuestro bienestar. Y tú, ¿Estás listo para dar el primer paso hacia tu salud mental?